dijous, 11 de setembre del 2014

El amo de la universidad

Aspecto de la portada de la web de la Universidad Complutense de Madrid, un día después de la muerte de su dueño.
La mañana en que Emilio Botín entró con su escolta al campus de Valldemossa de la Universitat de les Illes Balears, el banquero lució el bronceado más subido de tono que una ha visto en su vida. Y eso que estábamos en una mañana de marzo y el verano aún quedaba lejos.

Aquel día los y las periodistas a quienes nos habían enviado al acto hicimos piña en un gesto infrecuente de compañerismo en la profesión. Anticipándonos a la dificultad de arrancarle unas palabras al personaje, mientras esperábamos, comenzamos a hablar de las preguntas que querríamos hacerle. En un inédito y apresurado consenso (él estaba al caer, o eso creíamos, porque los hombres de negro que nos vigilaban de cerca se habían puesto nerviosos), seleccionamos dos o tres cuestiones que entre todos juzgamos imprescindibles y nos pusimos de acuerdo para arrojárselas al paso. Quien primero tuviera oportunidad, debería lanzarla. Teníamos ojos en todas partes. Éramos todo orejas. Le gustara o no, debía franquear el pasillo de reporteros que habíamos confeccionado a las puerta del auditorio donde daría su discurso. Éramos más (¡éramos muchos, había venido Botín a Palma!) y habíamos llegado antes. A algunos periodistas, los jefes de las secciones de Economía de Madrid de sus medios hasta les habían dictado las preguntas exactas por teléfono. Las redactoras que llenan cientos de páginas de periódicos a diario, que cubren actos de mil y un temas diferentes y deben estar en todas partes a cualquier hora resulta que, en los momentos clave, ante las altas esferas, necesitan a alguien de bien arriba que les enseñe a hacer su trabajo. En fin, es otra historia que dejaremos para otro día.

En el día de autos el banquero venía a entregar unos diplomas de un programa de créditos-becas para estudiantes de Latinoamérica, pero la verdad es que el asunto oficial de su visita nos daba absolutamente igual. Y probablemente a él también, pues con toda seguridad con alguien más se reunió aquél día en la isla, y aquél y no otro fuera el motivo real de su viaje, aunque el encuentro no trascendiera. El problema es que la agenda mediática nos decía que acababa de ingresar en prisión el estafador confeso Bernard Madoff. Así que teníamos que preguntar por la situación de los clientes del Banco Santander. Tras varios jornadas mareando la perdiz, se había conocido que también los ahorradores del banco presidido por Botín habían quedado atrapados por el fraude y habían perdido 2.330 millones de euros.

"Hoy es un día muy bueno porque las acciones están subiendo y las del Banco Santander también", nos lanzó con una estudiada sonrisa por toda respuesta y entró en el auditorio, dejándonos con un palmo de narices. Luego se dedicó al tedioso acto. Y a continuación fue el turno de la entonces rectora de la UIB, Monserrat Casas, a quien -al menos- hay que reconocerle que no esperó a que Botín muriera para desplegar su panegírico hacia el banquero. "Hablar de la Universidad es hablar del Santander", resumió Casas, después de hacer un repaso sobre las universidades españolas y latinoamericanas en las que el banco de Botín había plantado aulas Universia, había instalado sucursales o había institucionalizado los créditos-matrícula. No lo dijo la rectora como un lamento, sino con una sonrisa en los labios, y abrazando la entrada del capital privado en los campus. En lugar de expresar el malestar por cómo los sucesivos gobiernos de derechas han abandonado a la educación superior pública y la han dejado para los carroñeros a precio de saldo, la rectora de la UIB halagó al banquero como quien regala los oídos al anfitrión de una fiesta. La máxima autoridad universitaria sobre el papel, asumía así quien era el verdadero dueño de la institución.

Seguro que aquella jornada bochornosa quedó en el recuerdo de otros compañeros periodistas. En los medios (también en el que yo trabajaba entonces) el paso de Botín por la UIB ocupó mucho espacio. No porque alguien dijera algo relevante aquel día; sino simplemente porque resultaría difícil de entender que el amo de todos ellos no apareciera en sus propios papeles, ¿no?

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Vale la pena leer la opinión de Arcadi Oliveres sobre el banquero que recoge Vilaweb en: Botín, 'un cacique en la cúpula absoluta del poder', donde el profesor recuerda además otro de los grandes negocios del usurero santanderino; la industria armamentística. Mucho se ha escrito estos días sobre "el interés de Botín por la cultura y la universidad" o de "su pasión por la Fórmula 1". Seguramente, por un descuido o por falta de espacio, se olvidaron en la prensa de hablar del mercadeo del Banco Santander con las armas.

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